Por Carlos Roa
El 45% de la energía en América Latina proviene de las represas, según información del organismo intergubernamental regional Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe, SELA.
La misma fuente agrega que se trata de una cifra significativamente superior a la media mundial del 16%, y que se están desarrollando numerosos nuevos proyectos en la región.
“Latinoamérica es líder mundial en soluciones para surtir energías alternativas que ayuden a enfrentar el cambio climático”. Así lo asegura Christine Folch, profesora adjunta de Antropología Cultural en la Universidad de Duke, Carolina del Norte.
La académica hizo la afirmación en una rueda de prensa convocada por Ethnic Media Services, destinada a hablar sobre América Latina. Agregó que “No es un asunto de recursos sino de dirección, de cómo se gestiona la energía”.
Hidroeléctricas compartidas
Folch refiere como ejemplo a las centrales hidroeléctricas paraguayas de Itaipú, compartida con Brasil y la de Yacyretá, manejada conjuntamente con Argentina.
Itaipú aprovecha las aguas del río Paraná. Es la segunda central hidroeléctrica del mundo en tamaño, pero es la que más energía genera.
“La hidroelectricidad entre Paraguay y Brasil es muy grande, tiene la capacidad de dar electricidad a California y una cuarta parte de Texas”, afirma la vocera. Es una potencia instalada de 14 mil mega watts. Como referencia, la presa china de las Tres Gargantas –la más grande del mundo– genera 22 mil 500 mega watts.
Vale recordar que Paraguay se convirtió en enero de este año en el único país del mundo que obtiene 100% de su electricidad de fuentes renovables, tras desconectar la última central termoeléctrica.
La estudiosa del tema dice que desde la región se está ofreciendo una señal para el futuro de la gestión de las aguas entre países, además de una lección sobre cómo generar electricidad con los recursos hídricos internacionales.
También alaba la capacidad hidroeléctrica de Venezuela, Bolivia y Colombia.
Una advertencia
Sin embargo, el SELA advierte que la energía hidroeléctrica no es una fuente infalible, porque el cambio climático podría tener efectos negativos considerables.
El organismo señala que la fluctuación de las precipitaciones, el aumento de las temperaturas, el deshielo de los glaciares y los efectos meteorológicos extremos, entre otras consecuencias de la crisis climática, pueden afectar negativamente a las centrales hidroeléctricas y a la generación de energía en general.
Para ellos, “Esto debería obligar a los gobiernos y a los inversores a adaptarse a algunos de los efectos ya perceptibles y a considerar diferentes escenarios climáticos a la hora de evaluar la fiabilidad y la rentabilidad de los nuevos proyectos hidroeléctricos”.
Energía eólica en acción
Mientras tanto, el objetivo de Argentina, que está por debajo de otros países de la zona, es que el 20% de sus energías sean renovables para 2025 y esperan hacerlo a través del viento.
Según el último informe global sobre electricidad publicado por Ember -un grupo de expertos en energía con sede en Londres- la energía eólica suministró el 9% de la electricidad de Argentina en 2021, a partir de un cero en 2015.
“La capacidad de instalación de molinos de viento ha aumentado casi 14 veces. Son muy comunes en el sur del país”, apunta Folch.
Las provincias de Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Buenos Aires concentran el mayor potencial eólico argentino. La Patagonia, las pampas y la Tierra de Fuego son lugares privilegiados para generar esta energía.
La dirección, constancia y velocidad del viento presentan un máximo en forma casi simultánea, por lo que están entre las regiones de mayor potencial eólico del planeta.