Cambio climático: ¿cómo convivimos con él?

Carlos Roa

La mayor parte de Idaho, Oregón y Washington quedaron bajo avisos y advertencias de calor excesivo el pasado verano, según dijo en aquel momento la cadena NBC. El calor extremo amenazó a unos 22 millones de personas en la región. 

Las altas temperaturas suponen un peligroso riesgo de enfermedades relacionadas con el calor, de acuerdo a lo expresado por The Washington Post. Seattle, Portland, Spokane, Medford y otros centros de población trabajan en abrir centros de refrescamiento adicionales para la gente.

Los incendios forestales son mayores, las olas de calor más frecuentes, los mares más calientes. El cambio climático se está acelerando, según la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental), haciendo más difícil la vida de los estadounidenses en general.

Según publicó el diario The New York Times durante aquel episodio, una cúpula de calor estaba horneando Arizona y Nevada donde las temperaturas se dispararon por encima de los 115 grados Fahrenheit, y los médicos advirtieron que en esas condiciones la gente puede sufrir quemaduras de tercer grado por el chisporroteo del asfalto.

De acuerdo a la misma fuente, “En el lago Mead, que abastece de agua a 25 millones de personas en tres estados del suroeste y México, los niveles de agua cayeron a su punto más bajo desde que se llenó el embalse en la década de 1930.”  

Y en Texas, las redes eléctricas se encuentran bajo creciente presión, porque los residentes exigen más de sus aires acondicionados. Las empresas de servicios públicos ruegan a los clientes que apaguen los aparatos para ayudar a evitar los apagones. 

El calentamiento global es en síntesis una realidad y el ciudadano común tiene que aprender a convivir con él mientras se libra la titánica lucha por atajarlo. Porque, como dijo una de las expertas citadas en este trabajo, “el calor mata”. ¿Qué podemos hacer desde ya para resguardarnos en nuestro día a día el próximo verano? 

“El calor mata”

La doctora Kristie L. Ebi, profesora del Centro de Salud y Medio Ambiente Global en la Universidad de Washington, es coautora de un informe sobre el impacto del aumento del calor en la mortalidad y afirma: “Las altas temperaturas pueden matar. En Europa en 2003, hubo 70 mil muertes por el calor. Todo esto es evitable”. 

La muerte por calor es la mayor causa climática de muerte, y los expertos consideran que hay un sub-registro al respecto. 

Un análisis citado por Ebi sugiere que 5 mil quinientos estadounidenses mueren por calor cada año. “Si las temperaturas siguen subiendo, la mortalidad también aumentará durante el verano”, teme la experta. 

Agrega que nuestros cuerpos funcionan dentro de un rango de temperatura que no es tan grande. Todos necesitamos saber más sobre este tema. Poca gente sabe que el calor puede matar. 

“Cuando se incrementa, nuestro corazón y otros órganos tiene que trabajar demás. Los adultos mayores de 65 años o con enfermedades crónicas tienen mayor riesgo; así como las mujeres embarazadas. Sus condiciones afectan el sudor y eso incrementa el riesgo. Finalmente, se produce un paro cardiaco por calor”, detalla la vocera.

“Tenemos que educar a la gente sobre cómo bajar la temperatura central de su cuerpo. Mojarse la piel, mantenerse hidratados, vestir la ropa adecuada, usar un ventilador, qué actividades se pueden desarrollar para salvar gente”. 

También hay que asegurarse de que los vecinos estén hidratados, que estén en un entorno con buena circulación de aire. Recomienda tener los llamados “techos verdes”, los cuales están parcial o totalmente cubierto de vegetación, ya sea en el suelo o en un medio de cultivo apropiado, siempre con una membrana impermeable.

Otro dato aportado por la especialista es que “La gente cree que, al vivir en un entorno de calor, se adapta. Esto no es así. El lugar con más muertes por calor en EEUU es Arizona”. 

Alerta que la concentración de dióxido de carbono es un hecho y ha habido un gran incremento. En los últimos 15 a 20 años el calor es mayor de lo que esperábamos y en más lugares. 

Refiere que una tercera parte de las muertes por olas de calor se atribuye al cambio climático. “La mayoría de los datos vienen de países del primer mundo, por lo tanto, no hay mayor información sobre países de medianos o bajos ingresos, que son los de mayor riesgo”. De ello se infiere un sub-registro en esta causa de muerte a nivel mundial. 

Nueva realidad climática

En cuanto a California, es parte de una sequía mucho más amplia que afecta a México, Utah y Colorado, entre otros territorios. Así lo afirma Daniel Swain, científico del clima de la UCLA en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica. Agrega que hasta el momento “Ha sido de intensidad muy severa y no es normal”. Se pudo conocer que la de 2021 superó el nivel de 2013, que fue la peor en la historia del estado. Va de extrema a excepcional”. 

El también autor del blog Weather West, afirma que “El impacto se incrementará en los próximos meses”. 

En conclusión, tendremos por delante más meses que van a ser más calientes de lo normal. El incremento de temperatura ocurre incluso durante la noche, detalla Swain. Y agrega que “Existe un impacto de salud pública que no se está reconociendo”. 

Detalla que este escenario aumenta la evaporación de agua y hay menos líquido disponible cuando más se necesita. “La atmósfera deja de tener la humedad que serviría como colchón en condiciones de calor. La humedad del suelo también baja”. 

Por si fuera poco, los bosques son más inflamables, los fuegos son más intensos y difíciles de controlar, amenazan a la gente y a los ecosistemas. Esto sucedió en California y Utah y se movió hacia el noroeste del país el verano pasado.  

Más allá de las emisiones humanas, los científicos buscan otras causas. Pero la única explicación, según Swain, es que estamos emitiendo estos gases de efecto invernadero, que se acumulan por años en la atmósfera y no se disipan. “Es como una frazada o capa que no deja que la energía represada salga. Así se acumula energía extra sobre el planeta”. 

Explica que la energía que viene del sol no ha cambiado, pero la que sale de la Tierra ha bajado. “No es que no llueva, es que con el calor el agua de la lluvia se evapora”, agrega.

Alerta también que “Estamos quemando cosas que tienen carbón, gasolina, aceite, incluso algunas maneras de generar la electricidad, generan gases de efecto invernadero”. 

Concluye diciendo que, aún si nos lo tomáramos en serio y bajáramos desde hoy las emisiones, tendríamos incremento de olas de calor por décadas. “Tendremos que adaptarnos a esta nueva realidad climática”. 

Cuidando a los más vulnerables

Aradhna E. Tripati, del Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la UCLA, señala que “Estamos pagando un precio por el cambio climático: el huracán Katrina, los incendios. Las personas impactadas llevarán estas cicatrices por el resto de su vida”. 

Agrega que “Toda injusticia que exista va a interactuar con otras inequidades y esto va a ser devastador para las comunidades de bajos ingresos”. 

Recomienda crear más equidad, para que los eventos que suceden no sean devastadores para otras generaciones. Y aporta: “Con el cambio climático no hay soluciones tan efectivas, pero hay que actuar desde las comunidades para lidiar con él”. 

Reflexiona: “Hemos escuchado de autos eléctricos, pero la mayoría de la gente no puede comprarlos. La energía solar está donde la gente tiene dinero. ¿Cómo se hacen asequible? ¿Cómo se hace asequible el agua limpia y gratuita? Porque hay menos acceso al agua”. 

También advierte que en California hay proyectos para deshacerse del carbón, pero están desplazando gente. Cree que las políticas en este sentido no pueden generar nuevos problemas. 

Según ella, “Tenemos que dar información, tomar decisiones y crear soluciones”. 

Revela que “Sí tenemos políticas que pueden sostener estrategias de mitigación climática; pero si queremos que las comunidades afectadas participen, hay que hacerlo en varios idiomas, propiciar asambleas comunitarias e incrementar áreas verdes en comunidades, eso tiene un efecto de enfriamiento y ayuda con el agua. Hay muchas cosas interconectadas”. 

También recuerda que las prácticas indígenas son regenerativas. “Debemos asegurarnos de su autonomía, reunirnos con autoridades tribales”. 

Por otro lado, Tripati cree que “Hay que ver quiénes reciben recursos por hacer este trabajo. ¿Serán gente de minorías, de las comunidades? Hay que crear estrategias con ellos. Creo que la administración actual y el Congreso apoyaría esto. Hay que involucrarse con quienes toman las decisiones, emprender una acción colectiva, emitir mandatos para las oficinas de los representantes locales”, finaliza la académica.

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