Por Thais López Vogel
Es responsable que nos preguntemos: ¿podremos seguir teniendo acceso suficiente y estable a los alimentos?
Esta temporada de fiestas al final del año, es la época de mayor consumo de alimentos en Estados Unidos. Por eso, es un buen momento para hablar del estrecho vínculo entre el cambio climático y nuestro suministro de comida.
Este es quizá el aspecto donde la crisis del clima nos afecta más a todos, porque nadie puede decir que no le importan los riesgos en nuestra seguridad alimentaria. Es responsable que nos preguntemos: ¿podremos seguir teniendo acceso suficiente y estable a los alimentos? La respuesta es no, si no cambiamos ciertos hábitos.
La variación de las temperaturas tiene un impacto negativo en campos y huertos de todo el mundo y obliga a los agricultores a tomar medidas drásticas y costosas para enfrentarse a las sequías, las altas temperaturas y las heladas.
El cambio climático agravará todavía más esos problemas, conforme las inundaciones, sequías, tormentas y otros eventos climáticos extremos alteran y, con el tiempo, reducen los suministros globales de alimentos.
Cifras que inquietan
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación, FAO por sus siglas en inglés, la tierra utilizada para la producción ganadera representa aproximadamente el 70% del total de tierra agrícola en el mundo. El sobrepastoreo es la principal causa de su degradación.
Las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de los sectores agrícola y forestal representan actualmente más del 30% de las emisiones anuales, a razón de la 17,4% por la deforestación y degradación de los bosques y 13,5% por la agricultura.
Adicionalmente, “Debido a que algunas plantas necesitan condiciones muy estrechas de humedad, temperatura o tipos de suelo para desarrollarse, su cultivo está restringido a determinadas áreas geográficas”, según afirma Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y nutricionista. Por lo tanto, si las condiciones de dichas áreas cambian, pueden dejar de ser aptas para esos vegetales.
En 2021, los investigadores de la Universidad de Cornell calcularon que la productividad agrícola mundial era ya un 21% inferior a la que habría sin el cambio climático.
Un peligro en particular es que las crisis alimentarias se presenten al mismo tiempo en varios continentes, de acuerdo a Cynthia Rosenzweig, científica de investigación sénior del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA.
Lo que podemos hacer
¿Hay soluciones? Por supuesto que sí, pero debemos actuar inmediatamente.
Las prácticas mejoradas de manejo de la tierra podrían contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mediante su manejo adecuado a través de acciones como disminución de los cambios del uso de la tierra y la deforestación vinculada a ello, el uso de variedades de cultivo más eficaces, el manejo del suelo orgánico, la agricultura de conservación y sistemas agroforestales, entre otras medidas.
Además de reducir la emisión de gases de efecto invernadero, las tierras de pasto y cultivo bien manejadas pueden secuestrar cantidades significativas de carbono.
Por nuestra parte, debemos extremar la responsabilidad en minimizar el desperdicio de la comida. También podemos explorar una dieta basada en vegetales. Esta alternativa es más saludable para nuestro organismo y, adicionalmente nos permite alimentarnos con productos que son más amigables para el planeta.
Mientras profesionales y expertos trabajan en las soluciones, hagamos nuestra parte. Estamos ante el reto más grande de la humanidad y solamente el trabajo conjunto podrá brindar resultados positivos.